jueves, 11 de noviembre de 2021

La batalla de Villalar, combinar Historia y narrativa.

Para conmemorar el V Centenario de la batalla de Villalar (23 de abril de 1521) escribí para la revista La Perdiz Roja (que os recomiendo visitar y leer) un artículo con la pretensión de aportar mi granito de arena como historiador a un relato tan manido y difuso como el de la guerra de las Comunidades y lo ocurrido en el campo de Villalar.



Me gustaría reproducir aquí, aprovechando esta entrada libre, el artículo completo para quien quiera leerlo y así fardar de que sabe más de Villalar que el vecino de arriba (o de abajo).


Villalar, 23 de abril de 1521.

 

Escribiendo estas líneas a pocos días del V Centenario de la batalla de Villalar, suceso que marcó el final de la guerra de las Comunidades (si bien no es del todo cierto, ya que Toledo resistió hasta el 25 de octubre de 1521), recuerdo las conversaciones mantenidas con amigos y compañeros sobre el tema y no puedo evitar pensar ¿somos realmente conscientes los castellanos de qué ocurrió aquella lluviosa tarde de un 23 de abril en el Campo de los Caballeros y qué significó para Castilla la derrota del bando comunero?

La rebelión de las Comunidades fue un fenómeno muy complejo y que tuvo muchas facetas superpuestas (revuelta anti fiscal, revuelta campesina, revuelta urbana…) pero no entraré en desarrollarlas ya que lo que me interesa exponer aquí no es su principio si no su final.

La batalla de Villalar fue el último acto de la campaña del capitán general de las Comunidades, el noble toledano Juan de Padilla, que al frente de su ejército había salido de Valladolid el 18 de febrero de 1521 en dirección a Torrelobatón con la misión de tomar su castillo y cortar así las comunicaciones entre las poblaciones realistas de Tordesillas y Medina de Rioseco, siendo esta última la sede del ejército realista.

La aparentemente sencilla tarea de batir el castillo de Torrelobatón con la moderna artillería obtenida por los comuneros en el arsenal de Medina del Campo se complicó enormemente debido a la falta de artilleros profesionales para operar las piezas, lo cual supuso un retraso de varios días que fue aprovechado por los realistas para reorganizar sus fuerzas.

Tras la toma de Torrelobatón, Padilla acampó en dicha villa y esperó varias semanas en una posición defensiva, lo cual permitió al ejército del rey aprovisionarse y decidirse a marchar contra los comuneros desde Medina de Rioseco el 21 de abril de 1521.

Padilla, enterado del avance realista, decidió abandonar Torrelobatón para evitar ser arrinconado y marchó hacia la ciudad fortificada de Toro la mañana del 23 de abril a pesar de que sabía del avance enemigo desde el día anterior, perdiendo así los comuneros muchas horas de ventaja frente a sus perseguidores.

El ejército comunero estaba compuesto por unos 6000 infantes y 400 jinetes, la mayoría procedentes de las milicias urbanas y con poca o ninguna experiencia en combate.

Los realistas, comandados por Íñigo Fernández de Velasco condestable de Castilla y regente en nombre de Carlos I (que se encontraba en Alemania para su coronación imperial en ese momento), habían logrado reunir 6000 infantes y 2400 jinetes, de los cuales ¾ eran caballería pesada de la nobleza castellana y sus séquitos de caballeros.

El ejército comunero marchó a través de pueblos como Villasexmir, San Salvador de Hornija, Gallegos de Hornija y Vega de Valdetronco en buen orden de batalla, algo imprescindible si no querían ser tomados por sorpresa por el ejército realista, que les pisaba los talones.

En el camino entre Vega de Valdetronco y Villalar, Padilla intentó desplegar a sus tropas para presentar batalla campal varias veces, pero sus capitanes le convencieron de seguir avanzando, creyendo que las tropas enemigas todavía estaban lejos.

La lluvia que había caído durante todo el día se convierte en tormenta a primeras horas de la tarde, embarrando el campo y retrasando el ya desorganizado avance del ejército comunero que se aproximaba a las cercanías de Villalar. Allí, en una pradera situada al norte del pueblo entre el arroyo de los Molinos y el río Hornija, la vanguardia del ejército realista alcanzó al ejército de las Comunidades.

Es necesario destacar aquí que la infantería del ejército realista había quedado rezagada por la lluvia y las prisas de la persecución y que sólo la caballería llegó a dar caza al fatigado ejército comunero, que superaba a los jinetes realistas en 2 a 1.

Cuando se corrió la voz de que habían sido alcanzados por la caballería enemiga, el pánico se extendió y muchos infantes rompieron filas y huyeron hacia Villalar, donde ya se habían instalado las piezas de artillería comuneras que apenas podrán realizar un par de disparos durante la batalla debido a la lluvia.

Padilla intentó organizar a sus hombres para presentar batalla en el prado pero la confusión reinante, la tormenta y la dispersión de los soldados, que corrían en completo desorden en el barrizal, le impidieron presentar una línea de batalla firme. Mientras tanto, el capitán segoviano Juan Bravo y el salmantino Francisco Maldonado intentaban reorganizar a los fugitivos dentro del pueblo de Villalar sin éxito.

En ese momento y viendo la desintegración del ejército comunero, la caballería realista se decidió a cargar sin esperar a la infantería que les seguía a bastante distancia. Ésta se dividió en tres escuadrones: el situado más al este, al mando de Alonso Pimentel, conde de Benavente, el central o vanguardia al mando de Pedro Fernández de Velasco, conde de Haro y el del ala derecha al mando del condestable de Castilla Íñigo Fernández de Velasco y el almirante de Castilla Fadrique Enríquez.

Al grito de “Santa María y Carlos” el escuadrón del conde de Benavente rodeó al contingente comunero del prado y se lanzó contra Villalar, tomando el pueblo y capturando a los capitanes Bravo y Maldonado junto a la artillería mientras que los otros dos escuadrones realistas destrozaron con su carga el centro del desorganizado ejército, persiguiendo a los fugitivos que huían sin orden ni concierto.

Padilla, viendo que todo estaba perdido, se decidió a realizar una última carga desesperada y al grito de “Santiago, libertad” se lanzó a caballo contra los hombres del conde de Benavente junto a un puñado de jóvenes escuderos. Tras descabalgar a Pedro Bazán, caballero natural de Valladolid y matar de un lanzazo a un escudero veterano de las Guardas de Castilla, Padilla fue herido en la pierna por el caballero jienense Alonso de la Cueva y derribado de su caballo, quedando como prisionero de los realistas.

Con la llegada de la noche la persecución se dio por finalizada. Los comuneros habían perdido unos 500 hombres entre muertos y heridos y unos 1000 habían sido hechos prisioneros, contándose ente estos el capitán general Padilla y sus capitanes Pedro y Francisco Maldonado y Juan Bravo (que serían decapitados al día siguiente) mientras que el bando realista perdió apenas 15 o 20 jinetes no siendo ninguno de ellos era un noble de alta alcurnia.

La batalla de Villalar no fue el choque épico que uno podría suponer debido a la importancia posterior que tuvo y muchos historiadores se resisten incluso a llamar al encuentro “batalla”, prefiriendo denominarla “escaramuza”. Lo que sí es cierto y me gustaría remarcar con especial énfasis, es que el combate no fue sino una lucha fratricida entre castellanos; entre nobles y clases populares sí, pero también entre una nobleza dividida entre partidarios y enemigos del rey Carlos.

En este aspecto cabe señalar que Juan de Padilla provenía de un noble linaje y que había sido confrontado unos meses antes en Valladolid por el conde de Benavente, Alonso Pimentel y Pacheco, pariente cercano de la famosa “leona de Castilla” María Pacheco que era a la sazón esposa de Padilla. Curiosamente fueron los caballeros del conde de Benavente los que acabaron por capturar a Padilla en Villalar.

Es importante destacar que los vencedores de la batalla perdonaron la vida a aquellos que se rindieron y que no hubo más muertos, en palabras del cronista real Pedro Mejía: “(…) porque aquellos Señores usaron con los vencidos de misericordia”.

La razón de este comportamiento no es otra que el hecho de que los caballeros realistas eran tan castellanos como los comuneros, habiendo sido muy distinta la situación de haber llegado primero la infantería realista formada por gallegos, asturianos, vascos y navarros que no habrían tenido piedad con aquellos que no eran sus paisanos.

En este sentido, los gritos de los heridos y moribundos dejados atrás en el campo conmovieron profundamente a los caballeros realistas ya que en palabras del cronista vallisoletano Prudencio de Sandoval: “(…) era una gran compasión verlas padecer así, siendo todos cristianos, amigos y parientes”. Parientes desde luego había en los bandos enfrentados, ya que el capitán comunero Pedro Maldonado Pimentel era sobrino del conde de Benavente, el ya citado Alonso Pimentel y Pacheco.

El proyecto de las Comunidades para Castilla, todavía difuso y sin una concreción política clara, murió el 23 de abril en Villalar y fue definitivamente enterrado en Toledo 6 meses después tras rendirse allí María Pacheco, la incombustible “centella de fuego” de Castilla.

Carlos I, ya coronado emperador y de vuelta en España, emitió un Perdón General el día de Todos los Santos de 1522 que fue presentado en la Plaza Mayor de Valladolid en presencia del rey y la corte, quedando perdonadas las ciudades protagonistas de la rebelión así como todos los participantes a excepción de los mencionados expresamente en una lista por su especial contribución a la rebelión, sumando un total de 293 nombres.

Se abría así una nueva era para el reino de Castilla, que pasaría a ser la pieza clave del aparato político e internacional de la Monarquía Hispánica, llevando el peso fiscal, militar y demográfico del reino de las Españas a costa de terribles esfuerzos que acabaron por diezmar y empobrecer a la población pero que por otro lado convirtieron a Castilla en el centro de un imperio global cuya lengua, leyes, cultura, literatura y poesía son ahora el patrimonio de media humanidad y un lazo irrompible con millones de personas de muchas latitudes y hemisferios que llevan nombres y apellidos no muy distintos a los que llevaron en su día aquellos castellanos de ambos bandos que combatieron aquel lluvioso día de abril de 1521 en Villalar.


Artur, un profesor de altura.

En la actividad final propuesta, se nos marcó como objetivo diseñar un perfil ideal que, según nuestro criterio, todo profesor que se precie debería tener.

Antes de juntarnos en grupo y establecer un consenso sobre las cualidades y virtudes que definirían a nuestro modelo Artur, cada uno tenía en mente una idea propia de lo que debería formar parte del ADN de un profesor y en cierto modo, lo que nos gustaría ser nosotros mismos como docentes en un futuro que cada vez es más cercano.

En mi caso, las cualidades y competencias que me gustaría poseer serían:

- Paciencia.

- Cultura.

- Capacidad organizativa.

- Entereza.

- Empatía.

Habría muchas más, pero estas serían las más importantes. De todas estas competencias, se eligieron algunas para el grupo, como la empatía, la paciencia o la cultura (con las cuales todo el mundo puede estar de acuerdo) y se añadieron muchas más que me parecieron fundamentales; como el espíritu crítico, la integración o el saber escuchar.




De todas las cualidades que elegimos como grupo, creo que la más importante y que no puede faltar en el corpus de competencias de un profesor es la empatía. La empatía es una cualidad fundamental sin la que no se puede entender la relación con los alumnos de una manera sana y constructiva.

A través de ella se vertebran otras cualidades como la integración, el ser confiable, el saber escuchar o la paciencia (que forman parte del perfil de nuestro querido Artur). Por tanto y a modo de conclusión, me gustaría afirmar la preponderancia de la empatía sin dejar de lado otras variables más técnicas como la capacidad organizativa o la cultura general.

lunes, 8 de noviembre de 2021

"El cabezota" (1982) y Octavi Fullat.

La película relacionada con el mundo educativo sobre la que me gustaría hablar para esta actividad es El cabezota, dirigida por Francisco Lara Polop y estrenada en las salas españolas en diciembre de 1982. Su argumento está basado parcialmente en la novela italiana Capodiferro con los necesarios arreglos para adaptar la trama a la España de mediados del s. XIX.


Esta entrañable cinta nos muestra la sencilla vida de Pedro Pinzales y de su hijo Pedrín, habitantes de una pequeña aldea de la Asturias rural en el año 1857. La vida familiar, basada en las enseñanzas orales de canciones y cuentos y las prácticas tradicionales de la caza, ganadería y pesca, se ve trastocada con la llegada de los emisarios del gobierno de Madrid; se ha promulgado una ley educativa, la ley Moyano, que obliga a la escolarización de todos los niños de España en la instrucción pública.

El patriarca Pinzales (que es analfabeto) se opone radicalmente a la escolarización de su hijo, ya que entiende que nada de lo que puedan enseñar al pequeño Pedrín le será de ninguna utilidad en las labores de la casa y el campo. 

La situación cambia con la llegada de la hermosa profesora, Ana, que mostrará desde un principio una gran preocupación por el bienestar de sus alumnos dentro y fuera del aula. Pedrín demostrará ser un niño muy inteligente y despierto, pero tendrá que lidiar con la cabezonería de su padre, que acabará dando con sus huesos en la cárcel tras atacar al alcalde y a las fuerzas vivas de la aldea en un intento de impedir que su hijo vuelva a la escuela.

Fotograma de la cinta. Parte de las fuerzas vivas del pueblo: el cartero, la maestra y el alcalde.
ⓒ catalogodecinewordpress.com

En última instancia, Pedrín queda al cuidado de la maestra mientras su padre cumple la condena cuya duración depende precisamente de que el niño complete su escolarización (esencialmente encierran al Cabezota para que no vuelva a montar un escándalo). Tras su salida de prisión, Pedro encuentra a su hijo completamente formado y con la capacidad de leer y escribir.

Al darse cuenta de que Pedrín tiene potencial para llevar una vida mejor fuera de la aldea, el Cabezota decide aprender a leer y a escribir para que, el día que su hijo marche, puedan comunicarse por carta y tener noticias el uno del otro. Así finaliza esta tierna y simpática cinta cuyo visionado recomiendo a todo aquel que llegue a leer esta entrada.

En relación con las categorías pedagógicas establecidas por Octavi Fullat en su obra, creo que no sería descabellado situar a la maestra Ana en la escuela pedagógica tradicional. El motivo principal para sostener esta afirmación es la propia ambientación espacio-temporal de la película, que imposibilitaría la existencia de otro modelo de pedagogía posible debido a su falta de adecuación cronológica.

Además de este hecho insalvable, las dinámicas lectivas que podemos ver en la película corresponden al antiguo modelo educativo que imperó en la educación pública española hasta hace bien poco: memorística como principal método de aprendizaje, castigos ejemplares, ausencia de actividades grupales, autoridad suprema del maestro, presencia de la religión en el aula... etc.



domingo, 7 de noviembre de 2021

"O Pelouro" una experiencia educativa diferente.

 O Pelouro es una escuela centrada en la integración de niños de toda condición y desarrollo cognitivo a través de un modelo interseccional que engloba tanto a alumnos de altas capacidades como a alumnos con variaciones neurocognitivas y capacidades diversas, sin dejar fuera por ello a aquellos niños que se sitúan en un nivel intermedio o "normal" de desarrollo intelectual.

Primero un poco de historia. O Pelouro nace en el año 1973 en Caldas de Tui (Pontevedra) como una iniciativa pedagógica revolucionaria de la mano de Juan Llauder y Teresa Ubeira (hija de un maestro republicano) con un planteamiento educativo basado en la Yoización básica, esto es, en el desarrollo social individualizado y responsable de la persona humana (sic).

El carácter experimental de la propuesta hizo merecedor al centro de un estatus especial dentro del ámbito educativo gallego, que se concretó en su denominación como Centro Singular Experimental de Innovación Psicopedagógica e Integración. El centro se convirtió así en una escuela privada-concertada que cuenta con el apoyo económico de la Xunta desde 1988.

Además de su peculiar forma de integrar a niños de todas las capacidades en un entorno sano, productivo y constructivo para los individuos (que conviven con personas de realidades diferentes a la suya), me entusiasmó su localización en una zona rural rodeada de naturaleza y la distribución interna de la clase.

La especial atención que O Pelouro pone en la formación emocional de sus alumnos, sin dejar por ello de enseñar contenidos más formales, me pareció digna de encomio ya que pone en el foco la salud mental y la capacidad de empatía de los niños respecto a sus compañeros de distintas capacidades. 

Como proyecto de convivencia y formación personal, el centro O Pelouro es sin duda una propuesta única en su tipo y cuyo modelo debería servir para futuras experiencias pedagógicas.

Trabajar educando.

En el mundo de la educación se ha asistido en tiempos recientes a la aparición de un número cada vez mayor de figuras que han planteado nuevas vías de formar personas no sólo académicamente, sino también en planos subjetivos como el crecimiento personal o la creación de tendencias y modos de comportamiento que resultan tremendamente atractivos para quienes quieren encajar en la modernidad.

The discourse, Lawrence Alma-Tadema.
Vamos a desarrollar en rápida sucesión algunas de las "profesiones" y figuras mas relevantes de esta nueva era de la educación basada en la construcción personal.

1. Coach: basa su implicación en el mundo educativo en la motivación como receta para el éxito académico. Supuestamente, la labor del coach conlleva una mejora del rendimiento del alumno a través de la concienciación de la importancia de las tareas que se deben llevar a cabo, recibiendo el feedback que proporciona el alumno.

Todo esto, cuajado de anglicismos y obviedades, responde sencillamente a la idea de convertir al alumno en un factor productivo eficiente y utilitario; tarea que por otro lado corresponde al docente en su faceta motivadora.

2. Tutor: actúa como guía del alumno e interviene en la solución de conflictos, tomando además un papel orientador destinado a facilitar al alumno su andadura por la vida académica e incluso laboral.

Se trata de una figura imprescindible, ya que su labor forma parte de la construcción personal del alumno en el entorno escolar a través de las tutorías y la monitorización de sus capacidades y posibilidades futuras de formación y empleo.

3. Asesor: se asemeja al coach en su aspecto motivador pero con varios matices. El asesor enseña al alumno a aprender y a alcanzar el saber por su propio pie a través de los medios que el primero le proporciona. 

4. Influencer: este término es para mí el más polémico. Quizás sea porque es un cajón de sastre donde caben muchas personalidades; entre las que destacan personajes infantilizados que venden entretenimiento por YouTube, narcisistas que actúan como embajadores de marcas y venden un estilo de vida ficticio e impostado, políticos de todo signo y condición y alguna que otra personalidad eminente de un campo del saber o el arte que comparte sus conocimientos y experiencia con los demás de manera más o menos altruista.

A todos estos perfiles, me gustaría añadir el de mentor. Un mentor es una persona versada en una faceta del saber que comparte su conocimiento con una o varias personas interesadas en la materia que buscan extraer la mayor cantidad de sapiencia y enseñanzas para llegar algún día a dominar ese campo del conocimiento.

A pesar de ser un perfil educativo minoritario y en retroceso, me parece que la relación educativa entre un mentor y su pupilo es la más fuerte y duradera de todas y la que mejores resultados produce en el desarrollo de la cultura y la ciencia, ya que basa su éxito en la excelencia y en la superación personal del alumno. 


Los 5 mejores blogs del curso: quién y por qué.

Y llegó el momento que todos esperaban, la selección nada imparcial pero muy ponderada de los 5 mejores blogs según la opinión del que desde aquí humildemente les escribe. Vamos allá.

Por orden pero sin orden... 

1. No digas si, di "oui" - Patricia Atienza: si alguna vez quieres darte el gusto de leer a alguien que sí tiene el don de la sensibilidad literaria, pásate por aquí. Sus entradas, aparte de estar primorosamente redactadas, muestran una gran implicación personal de la autora en los temas que tratan y un punto crítico que siempre es bien recibido por un lector atento.

2. Los márgenes del libro de Historia - Pablo Olmos: destilando coherencia, seriedad y buen hacer por sus cuatro costados, este blog se pasea cómodamente entre la línea del ensayo y la de la radiofonía, logrando formar así una entretenida colección de entradas que además cuentan con una edición minimalista muy elegante.

3. La otra educación - Catalina Merino: sin duda, uno de los blogs que más invitan a la reflexión e introspección. Catalina logra a través de una exposición clara, limpia y sin florituras innecesarias que el lector se introduzca en el tema y que cuestione ciertos puntos a través de la interpelación directa de las preguntas retóricas que abundan en el texto.

4. Sépase profesor - Pablo Mendiola: un desencanto morboso pero calculado, un ritmo galopante y un vocabulario que alterna lo culto con lo chabacano con maestría convierten a este blog en toda una experiencia que no se puede dejar para otro momento. No se dejen engañar por el autor: su trabajo deja entrever una preocupación sincera por los temas que trata y una gran capacidad de razonamiento crítico.

5. Hasta la raíz - Carolina González: uno de los blogs más trabajados sin lugar a dudas. Además de contar con muchas entradas interesantes (especialmente la centrada en la elección de Historia como salida laboral), este blog cuenta con una bonita presentación y una cuidada redacción. 

Y hasta aquí llegamos, objetivamente creo que he sido bastante subjetivo pero en fin, errare humanum est (aut perseverare diabolicus). Sean buenos.





Participación en Historia a través del cine.

Para la actividad práctica nº11 me gustaría proponer una dinámica pensada para la asignatura de Historia en la que fomentaría la participación del alumno y su implicación en la materia a través de la creación de una filmoteca escolar.

Fritz Lang durante un rodaje, años 20.

La idea es que el docente de Historia, que se supone versado en las fuentes y es poseedor de un conocimiento sobre las cintas que pueden ser consideradas como un recurso historiográfico, aporte un número de películas selectas bien en formato físico o bien en digital con las que formar un depósito al alcance del alumno.

¿Cómo fomentaría esto la participación del alumnado? Muy sencillo. 

El profesor asignaría una película a cada uno de los alumnos con la condición de que tras visionarla, se realice una breve recensión y opinión personal y esa película se pase a otro compañero, fomentando así la interrelación entre los alumnos y la implicación personal en la actividad, además de la responsabilidad de guardar y transmitir la película en buenas condiciones.

Por otro lado, gracias a la recensión de cada una de las películas, el profesor tendrá herramientas de evaluación y, a través de este sencillo ejercicio de escritura, ayudará al alumno a despertar sus habilidades de redacción, resumen y razonamiento crítico.

El hecho de que la actividad gire en torno al cine aporta ese necesario empujón a a curiosidad del alumno, que se transformará en atención y motivación si las cintas que se le ofrecen son adecuadas y atractivas. Es por ello que la participación del alumno dependerá de la cuidadosa selección de las obras por parte del docente, que además deberán ser asignadas con buen criterio según las pulsiones y gustos de la clase en particular para así no perder la atención y desincentivar al alumnado.

La batalla de Villalar, combinar Historia y narrativa.

Para conmemorar el V Centenario de la batalla de Villalar (23 de abril de 1521) escribí para la revista  La Perdiz Roja  (que os recomiendo ...