jueves, 11 de noviembre de 2021

Artur, un profesor de altura.

En la actividad final propuesta, se nos marcó como objetivo diseñar un perfil ideal que, según nuestro criterio, todo profesor que se precie debería tener.

Antes de juntarnos en grupo y establecer un consenso sobre las cualidades y virtudes que definirían a nuestro modelo Artur, cada uno tenía en mente una idea propia de lo que debería formar parte del ADN de un profesor y en cierto modo, lo que nos gustaría ser nosotros mismos como docentes en un futuro que cada vez es más cercano.

En mi caso, las cualidades y competencias que me gustaría poseer serían:

- Paciencia.

- Cultura.

- Capacidad organizativa.

- Entereza.

- Empatía.

Habría muchas más, pero estas serían las más importantes. De todas estas competencias, se eligieron algunas para el grupo, como la empatía, la paciencia o la cultura (con las cuales todo el mundo puede estar de acuerdo) y se añadieron muchas más que me parecieron fundamentales; como el espíritu crítico, la integración o el saber escuchar.




De todas las cualidades que elegimos como grupo, creo que la más importante y que no puede faltar en el corpus de competencias de un profesor es la empatía. La empatía es una cualidad fundamental sin la que no se puede entender la relación con los alumnos de una manera sana y constructiva.

A través de ella se vertebran otras cualidades como la integración, el ser confiable, el saber escuchar o la paciencia (que forman parte del perfil de nuestro querido Artur). Por tanto y a modo de conclusión, me gustaría afirmar la preponderancia de la empatía sin dejar de lado otras variables más técnicas como la capacidad organizativa o la cultura general.

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